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Análisis de la cantata BWV 147 N°10 de Johann Sebastian Bach, JESUS BLEIBET MEINE FREUDE, a la luz de la tesis de Edith Stein, “Sobre el problema de la empatía”

CANTATA BWV 147 – 10

JESUS BLEIBET MEINE FREUDE

Johann Sebastian Bach

“…Jesus bleibet meine Freude,
Meines Herzens Trost und Saft,
Jesus wehret allem Leide,
Er ist meines Lebens Kraft,
Meiner Augen Lust und Sonne,
Meiner Seele Schatz und Wonne;
Darum lass ich Jesum nicht
Aus dem Herzen und Gesicht.

Traducción:

“…Jesús sigue siendo mi alegría,
consuelo y savia de mi corazón,
Jesús me defiende de toda pena,
Él es la fuerza de mi vida,
el gozo y el sol de mis ojos,
el tesoro y el prodigio de mi alma;
por eso no quiero a Jesús
fuera de mi corazón y mi vista.

INTRODUCCIÓN

Este trabajo surge alrededor de una determinada pregunta ¿Es aplicable el método fenomenológico – empático, expuesto por Edith Stein, en una obra de Arte? Ante esa disyuntiva y ante la inmensidad de arte existente en nuestro entorno, preferí reducir la cuestión y referirme a las obras musicales. ¿Es aplicable el método fenomenológico – empático, expuesto por Edith Stein, en una obra musical?

Pero en toda esa enorme historia musical, no tenía claro que obra escoger, así que el primer criterio para escoger la música fue el de amplia aceptación como obra de arte, así como ocurría en este caso con las obras de Bach. Y por ello acepte una brillante recomendación, primero por la gran fama del autor. Segundo, porque al no conocer –no haber escuchado antes- la obra musical de este autor, la apreciación y reducción fenomenológica – empática seria más transparente y lucida, sin perjuicios previos.

Por ello la pregunta a solucionar en este escrito es ¿Es aplicable el método fenomenológico – empático, expuesto por Edith Stein, en la cantata 147 N° 10 de Johann Sebastian Bach? Y si es aplicable, ¿Cómo se realiza y cuáles son las conclusiones a las que se llega?

El presente trabajo lo he dividido en dos partes seguido de unas conclusiones. La primera parte trata de explicar el método que se va a aplicar, para ello se va a dar una breve explicación a lo que Edith Stein explica en su libro “Sobre el problema de la Empatía.” La segunda parte, es la aplicación del método fenomenológico en un caso concreto, es decir en la decima parte de la cantata 147 de Bach; en dicho apartado presento primero un boceto del entorno de Bach para luego recién pasar a la reducción fenomenológica – empática.

I. EL MÉTODO DE INVESTIGACIÓN

En la base de toda controversia sobre la empatía subyace un presupuesto tácito: nos están dados sujetos ajenos y sus vivencias. Y tenemos que conocer el contenido de ese darse, es decir, la esencia.[1] Lo que en este caso nos correspondería conocer es la esencia de lo que se quiere transmitir mediante esta canción y también parte del “ser” del compositor de este tema, Johann Sebastian Bach.

Puedo dudar de la existencia de las cosas, lo que no se pone en duda en ningún momento es mi vivencia de las mismas, y que puede ser hechas objeto de mi consideración.[2] La fenomenología de la percepción no se conforma con describir la percepción singular, sino que quiere indagar, lo que es la “percepción en general”, según su esencia y obtiene ese conocimiento del caso singular en abstracción ideante.[3]

Lo que no se puede dudar es que “Yo”, el sujeto que vivencia, que contempla el mundo y la propia persona como fenómeno, “yo” estoy en el vivenciar y solo en él, y tan indubitable e incancelable como el vivenciar mismo.[4] El fenómeno de la vida psíquica ajena también está ahí, y es indubitable, y queremos considerarlo ahora más de cerca, y ese fenómeno pertenece a un “Yo” que no está meramente incorporado a mi mundo fenomenal,  sino que es centro de su propio mundo fenomenal.[5] Todos esos datos del vivenciar ajeno remiten a un tipo fundamental de actos en los que este vivenciar es aprehendido. Y la empatía es describir y comprender esos actos”[6]

Edith Stein nos habla de un acto que es originario como vivencia presente, pero no según su contenido, ese acto es el acto de la empatía. Aquí Stein reafirma el carácter originario de la Empatía. Púes lo que se capta es la vivencia que ha sido originaria en otro, y esa captación, esa vivencia originario en nosotros en cuanto se realiza en este momento, pero no originaria en su contenido, porque ese acto no es propio sino captado. Existen tres grados o modalidades de actuación, los cuales no son ni excluyentes entre sí, ni necesarios que se recorran todos. A saber:

  1. La aparición de la vivencia. La cual entiendo como captación o conocimiento inicial presentado a mí. Es el aparecer-ahí del objeto, el aparecer-ante-mí; pero la forma como lo logro captar no me es del todo clara[7].
  2. La explicitación plenaria. Es un observar la vivencia y analizarla como si fuera mía, es un co-vivenciar, y desde esta perspectiva adentrarme en cada parte de ella y entenderla de tal forma en su totalidad, es captar la vivencia en cuanto que es, tal cual es.
  3. La objetivación comprehensiva de la vivencia explicitada. Es volver al correlato de que no me pertenece, que no es originaria en mi –esto no quiere decir, que en algún momento lo fue[8]-y se observa y define, tal cual es, comprendiéndola ajena a mí, pero al mismo tiempo captada en su totalidad por mí. Es transformar esa vivencia en objeto de mi conocimiento, sin dejar de conocerla. Es quedarnos solo con la vivencia como idea y dejar la vivencia original que se vio en la explicitación plenaria. Vendría a ser una abstracción de la vivencia, volviéndola objeto de mi conocimiento.

La empatía viene a ser la experiencia de la conciencia ajena en general; sin tener en cuenta de que tipo es el sujeto que vive la experiencia y de qué tipo es el sujeto cuya conciencia es experimentada. Y nos quedamos con una abstracción de la vivencia. Y esa abstracción ya forma parte de mí. Es decir, vuelvo a esa vivencia objeto de mi conocimiento. De esta forma aparece la experiencia que un yo general tiene de otro yo en general. Así se aprehende la vida anímica del prójimo, y es de esta forma como intentaremos captar la vida anímica o parte de esta y de su expresión de Johann Sebastian Bach a partir de su cantata BWV 147 – 10.

II. ANÁLISIS EMPÁTICO

Para realizar esta reducción fenomenológica empática primero debemos conocer al sujeto al cual reconocemos como centro de vivencias, y luego vamos a conocer una expresión de él, es decir, una de sus vivencias.

El sujeto a conocer es Johann Sebastian Bach y la vivencia que de él se va a conocer es la Cantata BWV 147 -10, es decir, la décima sección del número Schmieder 147. Se le llama número Schemieder debido a que este es el nombre de la persona que ideo este catalogo para las obras de Bach, en ellas las ordeno según sus temas a diferencia de otros que las ordenaban cronológicamente, actualmente es el más usado. La cantata BWV 147 -10 pertenece a las cantatas religiosas de Bach.

a. CONOCIMIENTO PREVIO: CONTEXTO DEL AUTOR[9]

A partir de la reforma luterana del culto, culto que como participación necesita de la música, la profesionalidad del músico se extiende hasta las más pequeñas agrupaciones de vida: la familia Bach es una familia de músicos trabajadores, modestos, atados a sus tierras y a sus menesteres de organistas, cantores o compositores.

Bach aparece dentro de esa línea. Nace en Eisenach el 21 marzo de 1685. Huérfano desde los 10 años, vive bajo la tutela de su hermano mayor, organista de Ohrdruf. Allí estudia música y humanidades y empieza a ver las composiciones de Froberger, Pachelbel y otros maestros alemanes; estudios y trabajos de composición que perfecciona durante tres años en Lüneburgo; cantor de la iglesia de San Miguel, lee en su archivo la música más importante de la época.

Una breve estancia como violinista en Weimar, le sirve para conocer el ambiente de la música cortesana, ambiente que le rodea de 1707 a 1723, como músico de corte en Weimar y en Kóthen. En estos años compone los Conciertos brandeburgueses y el primer libro del Clave bien temperado. El 5 mayo 1723 es nombrado cantor de Santo Tomás en Leipzig para suceder a Kuhnau y después de renunciar Telemann  al puesto. Desde esta fecha hasta su muerte el 28 julio de 1750, Bach permanece en Leipzig.

Patriarca en su casa, malhumorado casi siempre fuera de ella por las intemperancias e incomprensiones de sus áuperiores en Santo Tomás, tiene sólo un paréntesis de gloria dichosa y mundana: en 1747 toca ante Federico II en Potsdam.

Se casó dos veces: con María Bárbara Bach y con Ana Magdalena Wülcken. Las sucesivas, frecuentísimas muertes de hijos pequeños, ponen un tinte de continua melancolía en su vida, sencilla en la apariencia, profunda en la realidad. Mientras Haendel triunfa aparatosa y apasionadamente, Bach no era conocido más que en contados círculos alemanes y conocido y admirado mucho más como intérprete que como compositor. Encerrado en Leipzig bregando día a día con un ambiente hostil e impertinente, se nos presenta despojado de toda gloria mundana, una gloria que no sería, como en otros casos, seguidora inmediata de la muerte.

Sólo en pleno s. XIX comenzará a conocerse su grandeza. Es importante recordar que las obras de sus hijos, aun las mejores, no discurren por los caminos de las de su padre: simbólico hecho. Bach es el último músico que, noblemente, perpetúa la tradición artesana de los grandes artistas del Medievo y de la misma familia Bach, junto a la música siempre.

En Gluck y en Haendel se adivina ya lo que será la apoteosis romántica del músico; en Bach se corona y ennoblece esa tarea silenciosa, atenta al menor detalle, al servicio siempre de ese menester cotidiano característico de la artesanía. Al lado de esto, una hermosa vitalidad humana que bien podemos contar por hijos y por obras, da un tinte profundo de fuerza y de sinceridad a una obra cuya importancia no sospechó ni el mismo Bach.

Aunque sea axioma de estética que la obra es separable de la vida y ese axioma suele aplicarse acudiendo a la obra religiosa, en este caso tenemos el raro modelo de que esa obra, religiosa casi siempre, grave siempre, viene de un hombre profundamente piadoso: luterano de muy ortodoxo pensamiento, recogiendo lo mejor de las corrientes pietistas, familiarizado con la mística de los mejores tiempos.

b. ANÁLISIS DE LA CANTATA: REDUCCIÓN EMPÁTICA

Esta cantata lleva el nombre de “El corazón, las palabras, los actos y la vida.” Esta obra inició su curiosa génesis en Weimar. Allí la compuso Bach para el cuarto domingo de Adviento de 1717, con base en cinco estrofas de Salomo Franck. Pero al llegar a Leipzig en 1723 no la pudo utilizar en su forma original, ya que en esta ciudad la iglesia no autorizaba la ejecución de cantatas en los tres últimos domingos de Adviento.

La destinó entonces a la fiesta de la Visitación de la Virgen, y para ello preparó él mismo un nuevo libreto conservando parte del de Franck; le agregó tres recitativos y reemplazó un aria por otra que se ajusta mejor al nuevo marco eclesiástico. Esta nueva versión fue probablemente ejecutada en Leipzig el 3 de febrero de 1723. Sin embrago, debieron pasar más de cinco años para que Bach le diera su forma definitiva. El resultado es una extensa cantata en dos partes, de las cuales la primera se ejecutaba antes y la segunda después del sermón.

Es la parte BWV 147 -10 «Regocíjate, alma mía», que independientemente de la cantata y con el nombre de «Jesús, alegría del hombre», se ha popularizado en diversos arreglos. Para analizar esta cantata de Bach vamos a seguir los tres métodos de la reducción empática.

i. La aparición de la vivencia.-

Esta parte de la Cantata tiene una duración aproximada de 3 minutos a menos. Se aprecia la técnica del contrapunto la cual en esta ocasión sirve de base para una presentación polifónica, pues permite que se puntúen dos o más sonidos en un mismo tiempo, en una especie de acompañamiento. En este caso es un coro a cuatro voces.

Las voces aparecen acompañadas, también de unas melodías instrumentales que suben de fuerza junto con voz, para darle mayor notoriedad. La captación de este “objeto” se ha producido vía ondas sonoras, a través de mi sentido auditivo.

El idioma en que aparece es el alemán, pero también he apoyado mi captación de este objeto experimental a través de una traducción al español, la cual me muestra esta bella composición poética fuera de su entorno que es la música y el canto que la transforma en la cantata BWV 147 -10 de Bach. Después de presentarse como una serie de ondas de sonido de altos y bajos tonos, termina con un tono largo descendente.

ii. La explicitación plenaria.-

Es el apropiarse de la vivencia, captarla como si fuera propia. En el presente caso esto viene a ser descrito a continuación.

Me veo en un camino hacia algo realmente valioso, es decir hacia algo trascendente,            es como un sustento en mí ser.[10] Los sonidos bajos hacen descansar mi alma en una sensación de paz, como el suave silencio de una solitaria iglesia. En cambio los tonos altos es como si me despertaran y empezara a llamar, a clamar al cielo un poco de luz en mi corazón. La continuidad de los periodos bajos y altos mantiene una constante simbólica, es decir un entero, podría pensarse en la vida. Por ello entendería esta vivencia como la constante paz y alabanza al cielo pidiendo luz, verdad en mi interior.

Me hace pensar en mi interior, en mis actos y en mi vida, y hacia donde quiero realmente llevarla. Y que si me equivoco siempre podre clamar al cielo por perdón y redención, buscando un consuelo.

iii. La objetivación comprehensiva de la vivencia explicitada.-

Entiendo que la vivencia que me muestra esta cantata es originaria en cierta forma en mí, pero no en el contenido de la misma. En ningún momento fue originaria en mí en su contenido.

Tengo que comprenderla como ajena a mí, pero al mismo tiempo tengo que captarla en su totalidad. Tengo que transformar esa vivencia en un objeto de mi conocimiento de tal forma que siempre pertenezca a mí, sin ser originaria en mí. Ese conocer la vivencia ajena volviéndola objeto de mi conocimiento es la empatía.

Vendría a ser una abstracción de la vivencia, volviéndola objeto de mi conocimiento. Y ese objeto consiste en la redención del ser humano por parte de Jesús, la idea detrás de esta vivencia esta en el amor de Jesús a los seres humanos y la felicidad que se tiene con él en nuestro corazón. Si tengo que quedarme con algo como objeto de mi conocimiento después de esta reducción fenomenológica – empática es que el camino de paz, de redención, para Bach – y también para mí-, se encuentra en Jesús, y en aceptarlo en nuestro interior.

CONCLUSIONES

Si es posible realizar la reducción fenomenológica – empática de las obras musicales, y me arriesgo a decir, que de todas las obras de arte, como consecuencia de ser vivencias de sus artistas y que a partir de ellas se puede conocer algo más del artista, con ello valido la tesis sobre que en cierta forma toda obra de arte es la expresión de una persona, es decir, del artista.

Esta reducción fenomenológica se realiza a través del método fenomenológico – empático que consiste en tres momentos que no necesariamente tienen que darse  todos. Estos tres momentos son: La aparición de la vivencia, la explicitación plenaria y la objetivación comprehensiva de la vivencia explicitada.

De esta cantata BWV 147 -10 de Bach se llega a entender que con su coro a cuatro voces y en un ambiente de serena alegría, se celebra en Jesús «al gran consolador», redentor de nuestro camino y fuerza de nuestra vida. Se pone la figura de Jesús como el gran premio de nuestra vida, el buscar llegar a conocerlo debería ser en cierta forma el camino que se debe seguir. Pues la felicidad solo se encontraría en Jesús.

Finalmente encontramos en Bach a un ser lleno de esperanza por la redención, pues a pesar que esa música la hizo para una festividad, siempre se pone parte de nosotros en lo que se hace y en nuestras vivencias esta nuestra vida, por ello en esta cantata de esperanza y redención están los deseos de Bach de su propia esperanza y redención, el ser humano es “Una unidad”, jamás podría separar sus anhelos, sus deseos, sus expresiones. Y los que nos muestra es que el camino de paz, de redención se encuentra en Jesús, y en aceptarlo en nuestro interior.


[1] Cfr. Edith Stein. Sobre el Problema de la Empatía. Obras completas. Madrid: El Carmen: Espiritualidad: Monte Carlo, 2002-2007. Pág. 79

[2] Ídem Pág. 80

[3] Ídem Pág. 80

[4] Ídem Pág. 81

[5] Cfr. Ídem Pág. 81

[6] Cfr. Ídem Pág. 82

[7] Púes mi la inteligencia es la que debe captar todo y luego transmitirlo a la facultad necesaria, pero Edith Stein no afirma ni niega eso, solo deja la posibilidad de otra forma de captar esa realidad, pues es un realidad diferente a los simples objetos –cosas- que se presentan ante mí.

[8] Lo que pasa es que en la explicitación plenaria se trata a esa vivencia como originaria, vendría a ser casi una identificación con el verdadero sujeto que la vivencia originariamente.

[9] Enciclopedia GER. Bibliografía de Johann Sebastian Bach.

[10] Por ello no me resulta extraño que esta cantata sea usada en los matrimonios.


  1. 01/04/2012 a las 17:46

    Quiero compartir este análisis de Edith Stein con mis amigos de facebook, y me gustaría recibir en mi correo electrónico, si es posible, una traducción al inglés para los que hablan esa lengua. Con mi más profundo agradecimiento por estas publicaciones en Dios, Persona y Mundo…

    • 19/07/2012 a las 09:50

      Gracias Gloria por tu interés… Cuando tenga la traducción la enviaré a tu correo.

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